domingo, 2 de junio de 2013

-Ven aquí, siéntate entre mis piernas, pequeña. No digas nada, no hace falta. No quiero saber quién te ha hecho esto ni porqué estás tan asustada. No quiero que me cuentes de dónde viene todo ese dolor.
Sólo quiero que estés en silencio, aquí, conmigo. Sólo quiero acariciarte el pelo mientras te acurrucas en mí y te convenzo de que ya todo ha pasado, de que nunca mas volverás a sentirte así. De que, aunque apenas te conozca, no dejaré que vuelvas a revivirlo. Estás tiritando, Dios mío, no sé quién puede hacerle esto a una chica como tú, no sé quién habrá sido el hijo de puta. Pero deja de llorar, por favor. Sécate las lágrimas con mi camiseta e intenta dormir. Pareces una chica fuerte, debes ser una chica fuerte. Podrás con todo esto y yo te ayudaré. No me separaré de ti si, siempre y cuando tu lo desees así. Me sentaré en esta esquina todas las horas que hagan falta para que tu empieces a sonreír. Tienes que tener una sonrisa preciosa, seguro que sí. También pareces una chica sonriente. Sabes. En este momento siento que aunque seas una desconocida, me gustaría casarme contigo y no dejar que nadie mas vuelva a robarte tu sonrisa. Duerme, pequeña.